“A ver…¡bota, bota!”. Aún no he podido olvidar las palabras
tan eufóricas como imperativas de Mariano la noche del 20-N. Se me clavaron en
el tímpano como alfileres incandescentes. Salió con su mujer al balcón de la
sede del PP y eso fue lo que le dijo con un tono entre chulesco y
condescendiente mientras el público, entregado, le pedía que diera saltos. Me
dio hasta un poco de lástima de ella, que tenía cara de estar sobrepasada por
los acontecimientos.
A ver, Viri, te digo yo: prometo que voy a hacer todo lo
posible para que me caigas bien pero ya, para empezar, estoy poniendo mucho de
mi parte. Llamarte Elvira y utilizar el diminutivo de Viri no me dice nada
bueno de ti. ¿Cómo puede alguien que va a vivir en La Moncloa llamarse Viri? Le
quitas glamour a la circunstancia si no apostillas con tu apellido: Fernández
de Balboa. Eso ya es otra cosa.
Tenemos ganas de verte ya, Viri, en tu salsa, que a ver si
es más picante que la de Sonsoles. Danos titulares, Viri. Haz una entrevista en
el Vogue vestida de Carolina Herrera (no te veo con otra cosa) y desvélanos qué
hay detrás de la barba de tu marido. Haznos una revelación. Dinos que te
enamoraste de él porque te hace un pulpo a la gallega como no te lo ha hecho
nadie. Dinos que cuando se quita la camiseta y levanta los brazos huele a
macho, que te pega a la
pared que ni Rocco Siffredi, que detrás de su “meridiana claridad” hay un toy boy de tomo y lomo. Algo, hija, algo…
Y encima resulta que estás especializada en gestión de
contenidos audiovisuales de Antena3. ¿No estarás tú detrás de El Club del chiste, no? ¿Es de ahí de
donde ha cogido tu marido el repertorio? ¿De Tu cara me suena? ¿Se te ocurrió a ti disfrazar a Julio José Iglesias
de Tina Turner? Dios, Viri, no me digas que sí…
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