Hoy más que nunca llamarse Ernesto tiene importancia.
Especialmente para un hombre al que dentro de unos días alguien podría llamar a
su teléfono y decirle: ¡Felicidades, caballero, usted acaba de ser agraciado con
el mejor de nuestros fantásticos premios, llamarse Ernesto Koplowitz
Amores! Vamos, que a mi me llaman para decirme eso y me cambio de sexo
en cerocomados.
Resulta que los restos del padre de las Koplowitz,
Ernesto Koplowitz Sternberg, que se murió hace ya 40 años,
están en el Anatómico Forense de Madrid desde ayer para que les hagan unas
pruebas de ADN. Si sale rosa, no pasará nada, pero como salga azul… ¡bingo! un
señor que dice que es hijo del padre de las Koplowitz, aunque no de la madre de
estas, será otro de sus herederos.
Las hermanísimas deben estar como locas
escondiendo los Goya en los falsos techos de sus baños, los
billetes en los dobles fondos de sus maletas de Vuitton y las
joyas en los botes de harina para rebozar los boquerones. Su padre empezó desde
abajo con una empresa de saneamientos y limpieza de alcantarillas en la capital,
así que no podían haber tenido una escuela mejor. Estas se conocen todos los
bajos de Madrid de maravilla y saben dónde guardarlo todo.
Al loro, que Ernesto tiene página en Facebook y sólo
tiene 18 amigos. Verás como en un par de meses tiene 2.000… Yo misma le
voy a pedir amistad, porque los amigos de los malos momentos son los que luego
más agradeces en los buenos…
Seguro que su propia página web recibe un lavado y aclarado en caso de que la prueba del finado Sr. Koplowitz salga azul, como decías. Mientras, disfrutad de lo más parecido a un chino de barrio, pero en la web... http://www.ernestokoplowitz.com/
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