viernes, 13 de enero de 2012

CONFESIONES Y FLEXIONES


Si el confesionario es un pequeño habitáculo aislado para la reconciliación con la conciencia y la búsqueda del supuesto perdón, elola es su equivalente pero en rosa, con la diferencia de que aquí no perdona ni dios. A cambio te sueltan unos miles de euros que hace que los ‘secretos revelados’ salgan muy bien al peso.

En este número hay confesiones por todos los lados. El conde y la condesa de Lequio posan y hacen confidencias en una remota y exclusiva cabaña de madera en los Alpes. Lo normal, vamos.  Mis amigas,  que son unas inadaptadas,  no me llevan a destinos así a contarme confidencias. Me meten en cualquier bar y por lo general piden en plena confesión más vino o más tequila dependiendo del grado del ‘secreto’ en cuestión. Por supuesto se lo proporciono sin rechistar, lo que me interesa de verdad es que llegue al final y suelten todo lo que llevan  dentro. También y por alguna extraña razón, lo hacemos en los vestuarios de las tiendas. La adrenalina del shopping nos pone hot- hot y lo damos todo.
Luego llega Adriana Abascal confesando que "necesita reflexionar en soledad". Ya de por si es una frase profunda, que invita a  pasar las páginas. No quiero leer filosofia ¡¡coño!! Esto es elola. Pero aprendamos de Adriana una nueva técnica de reflexion-confesión. Ella es más lista que el hambre. Sentada, brazos flexionados y unidos en la cabeza, piernas ligeramente abiertas... así reflexiona cualquiera.


Lo hace además tirándose ligeramente del pelo, sacando pecho y echando la cabeza levemente hacia atrás. Seguro que las ideas fluyen mejor.


Espero que la chica se dedique pronto a escribir sus propias 'memorias de Adriana'. Como escribió Marguerite Youcenar en sus "Memorias de Adriano": "Los dioses no estaban ya, y Cristo no estaban todavía, y de Ciceron a Marco Aurelio hubo un momento único en que el hombre estuvo solo".... Con Adriana los hombres tampoco se sienten solos. Ella no deja de buscarlos.

¡Cuanto aprendo! ¡ Qué sabias enseñanzas! Estoy deseando llegar a casa y repensar sobre mi y las inadaptadas de mis amigas. A mi, ni perdón, ni pasta me van a dar.




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