Si el confesionario es un pequeño habitáculo aislado para
la reconciliación con la conciencia y la búsqueda del supuesto perdón, elola es su equivalente pero en rosa,
con la diferencia de que aquí no perdona ni dios. A cambio te sueltan unos
miles de euros que hace que los ‘secretos revelados’ salgan muy bien al peso.
En este número hay confesiones por todos los lados. El
conde y la condesa de Lequio posan y hacen confidencias en una remota y
exclusiva cabaña de madera en los Alpes. Lo normal, vamos. Mis amigas, que son unas inadaptadas, no me llevan a destinos así a contarme
confidencias. Me meten en cualquier bar y por lo general piden en plena
confesión más vino o más tequila dependiendo del grado del ‘secreto’ en
cuestión. Por supuesto se lo proporciono sin rechistar, lo que me interesa de
verdad es que llegue al final y suelten todo lo que llevan dentro. También y por alguna extraña razón,
lo hacemos en los vestuarios de las tiendas. La adrenalina del shopping nos
pone hot- hot y lo damos todo.
Luego llega Adriana Abascal confesando que "necesita
reflexionar en soledad". Ya de por si es una frase profunda, que invita
a pasar las páginas. No quiero leer
filosofia ¡¡coño!! Esto es elola. Pero aprendamos de Adriana una nueva técnica
de reflexion-confesión. Ella es más lista que el hambre. Sentada, brazos
flexionados y unidos en la cabeza, piernas ligeramente abiertas... así
reflexiona cualquiera.
Lo hace además tirándose ligeramente del pelo, sacando
pecho y echando la cabeza levemente hacia atrás. Seguro que las ideas fluyen
mejor.
Espero que la chica se dedique pronto a escribir sus propias 'memorias
de Adriana'. Como escribió Marguerite
Youcenar en sus "Memorias de Adriano": "Los dioses no estaban ya,
y Cristo no estaban todavía, y de Ciceron a Marco Aurelio hubo un momento único
en que el hombre estuvo solo".... Con Adriana los hombres tampoco se
sienten solos. Ella no deja de buscarlos.
¡Cuanto aprendo! ¡ Qué sabias enseñanzas! Estoy deseando
llegar a casa y repensar sobre mi y las inadaptadas de mis amigas. A mi, ni
perdón, ni pasta me van a dar.
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